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jueves, 12 de octubre de 2017

Necesidad de aprobación.


                                           Resultado de imagen de vive como si nadie mirase y expresate como si todos escuchasen
Comparto con vosotr@s este pequeño relato que nos hace reflexionar sobre nuestra tendencia natural a la búsqueda de aprobación por parte de los demás.

"Un padre acompañado de su hijo de corta edad y su burro, tenían que cruzar semanalmente la plaza principal de un pueblo para dirigirse a realizar unos trabajos en una aldea un tanto distante. Un buen día, el niño iba montado en el burro y el padre caminando cerca del mismo pasaban por la plaza del pueblo, un tanto concurrida de vecinos, - como era habitual -, que miraban con curiosidad la escena que se presentaba ante sus ojos. Una vez rebasada la plaza principal, los vecinos comenzaron a criticar ácidamente: "Será posible? ¡el niño, fuerte y robusto sobre el burro, y el pobre padre un tanto mayor y achacoso caminando! ¡ Qué poca verguenza!

 Habiendo llegado estos comentarios a oídos de este hombre, la siguiente semana, era él mismo el que iba sobre el burro y el niño caminando, azuzando al animal. Los vecinos del pueblo al ver esto, arremetieron con sus críticas hacia el padre: "Qué poca verguenza! ¡ el pobre crio caminando y él tan contento sobre el burro! ¡qué padre más despiadado!

  Con el fin de no recibir tantas críticas, a la semana siguiente, pasan delante de los vecinos del pueblo, tanto el padre como el hijo montados en el burro; al ver esto, aquellos que estaban sentados en la plaza muestran abiertamente sus críticas: "Cómo es posible que tengan tan poca consideración por el animal.¡los dos, sentado tranquilamente y el pobre animal, derrengado, llevándolos sobre su lomo!"

 Al pasar el tiempo, y tener una vez más que pasar por el pueblo, y evitar de una vez por todas, todo tipo de crítica, el padre y el hijo van caminando, llevando al burro atado con una cuerda. Al ver esto, los vecinos del pueblo, no pueden dejar de exclamar: "¡ Serán estúpidos!, para qué quieren el burro, los dos caminando y el burro moviéndose a sus anchas; qué poco cerebro tienen!"

Indagando en nuestras vidas es fácil hacernos conscientes de la dificultad, por no decir imposibilidad, de agradar a todo el mundo. Por tanto, si actuemos como actuemos siempre encontraremos personas que no compartan nuestras decisiones o nos critiquen,¡mejor decepcionar a otros que decepcionarte a ti mismo!

lunes, 14 de agosto de 2017

Carta a mi hijo. Primera parte




Mi pequeño Pablo,

Los últimos tres años de mi vida, de nuestra vida, han transcurrido como un pestañeo a pesar de que he tratado de atesorar cada instante como a mi bien más preciado.

El 21 de Febrero de 2015 estará entre los días más trascendentes de mi vida, y sin duda de la tuya. Después de (casi) nueve emocionantes meses en el vientre de mamá decidiste que ese era un buen día para asomarte al mundo. Y digo casi porque nos pillaste por sorpresa adelantándote tres semanas a tu fecha prevista de nacimiento. Quizá estabas, como nosotros, ansioso por comenzar una nueva vida en familia. Tenerte en mis brazos, sentir tu cuerpo cálido sobre el mio, tocar tus diminutos deditos, acariciar tu delicada piel, mirarte a los ojos por primera vez ha sido la experiencia más profunda que jamás haya vivido.

Desde ese día has pasado de ser nuestro precioso bebé, casi como si de una extensión nuestra te trataras, a una pequeña personita comenzando a reafirmar su independencia.

Incorporarte a nuestra familia ha puesto patas arriba nuestro mundo, nuestros ritmos de sueño se han visto alterados por tus despertares nocturnos, nuestro caminar se ha tenido que adaptar a tus pequeños pasitos, a todas horas resuenan en mi cabeza canciones infantiles, hemos adaptado nuestra dieta, hábitos, horarios para tu mayor comodidad y no puedo más que estarte agradecido por el impacto que causas en mi vida. Tenerte a mi lado me impulsa a hacerme una persona mejor, eres la pieza central de mi puzzle alrededor de la cual todo va encajando.

sábado, 22 de abril de 2017

Vientos del Sur


Con motivo de Día de la Paz tuve que dar un discurso en mi centro actual, el IES Nazarí de Salobreña. Entre otras ideas les trasladé que las transformaciones no provienen tan sólo de la mano de grandes líderes o acontecimientos, suceden también a través de pequeñas acciones, acciones reales y concretas que están al alcance de nuestras manos, les alenté a comenzar a construir en nosotros mismos el cambio que deseamos ver en el mundo, les recordé que no bastaba con discursos cargados de buenas intenciones y que es necesario reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad en la tarea de hacer de nuestro mundo un lugar mejor donde vivir.

Desde hace muchos años, una vocecita interior no deja de recordarme la necesidad de afrontar esta responsabilidad de forma decidida.

Esa voz me conduce a profundas reflexiones de barra de bar donde, junto a mis amigos, encuentro las recetas para acabar con el paro, la pobreza, como mejorar la educación, la sanidad..., esa voz me llevó a militar activamente en política, me lleva a largos discursos a mis alumnos, pareja, hermanos...a noches de insomnio y a ensoñaciones con grandes proyectos.



Quienes me conocéis a fondo sabéis de mi frustración con nuestro modelo actual de sociedad.

En el discurso antes mencionado comenté que “...a pesar de vivir en la época de las redes sociales, estamos lejos de esa comunicación profunda. En la llamada era de la información, nuestra sociedad parece confundir emociones con emoticonos, medir la soledad por el número de “contactos” y la autoestima por los “me gusta” recibidos, mientras apenas sabemos nada del mundo interior de aquellos con los que compartimos aula durante años, de nuestros vecinos, de quienes comparten nuestro mundo e incluso de nuestras personas mas cercanas”.



Quizá donde mejor he encontrado reflejada mi visión de nuestra sociedad es en la obra de José Luis Sampedro “...tener más de lo mismo no es suficiente: el progreso ha de consistir en ser mejores, en ser hombres más libres, más dignos, más justos, más solidarios. Veo a los hombres empeñados en ser más, no en ser mejores. Veo muchas conquistas materiales en el exterior del hombre, pero poco deseo de superarse a sí mismo. Lo veo aferrado a su creciente poder sobre el entorno, pero con poco poder ejecutivo sobre sí mismo. Para mi el progreso del hombre implica una vida interior más rica, mas llena de vida realmente”.



Sin embargo, mi percepción pesimista de nuestra sociedad contrasta con mi experiencia vital, sobretodo como docente que me ha llevado a Puerto Real, Cádiar, Dúrcal, Jódar y Salobreña. A lo largo de esta década he coincidido con cientos de alumnos, compañeros, padres y madres de diferentes lugares, entre los que me he encontrado con personas excepcionales. La enorme calidad humana de estas personas, la inspiración de personajes como Gandhi o Vicente Ferrer, mi acercamiento al budismo o a la obra de Jose Luis Sampedro me han hecho ser consciente del potencial extraordinario que poseemos como seres humanos.



Decía Gandhi que “la diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer, resolvería la mayor parte de los problemas del mundo”.



Sampedro afirmaba “...para mí, la tarea del hombre debe ser doble: por una parte la persecución de una trayectoria consistente en hacerse lo que se es, y por otra, frente a lo imprevisible, adoptar una actividad digna de un ser humano. Pero no es que sean dos objetivos diferentes, pues sólo haciéndose se gana dignidad, y sólo dignamente tiene sentido hacerse”.



Me encantaría que me acompañarais en este camino que lleva a acercarnos a quienes potencialmente somos. Uno de mis sueños más recurrente es fundar una ONG( en mis sueños tiene hasta nombre, “Vientos del Sur”). Soy consciente de que se trata de un proyecto de gran complejidad, pues a parte de numerosos trámites burocráticos, requiere de la implicación y dedicación de un número importante de personas. Hoy quiero dar un pequeño paso, poniendo en marcha el reto solidario “Vientos del Sur” a través de la plataforma de crowdfunding http://migranodearena.org/. Mi reto es conseguir 1000€ en 100 días. No sè si esta cantidad es grande o pequeña,solo sé que gota a gota se forma un océano.

El dinero recaudado se destinará a colaborar con los proyectos de la ONG granadina Agua de Coco cuyo ideario es:

“Contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas desfavorecidas en los países del Sur, especialmente las mujeres y los niños, a través de la educación como motor del desarrollo sostenible”.

Sus proyectos facilitan el acceso a la educación de niños y niñas(escuelas en Camboya y Madagascar), apoyan iniciativas que fomenten el empoderamiento de la mujer(Niñas formadas, mujeres empoderadas), la promoción de la salud, la lucha contra la malnutrición, fomentan la independencia financiera de la comunidad y la educación medioambiental(formación agrícola, ganadera, ecoturismo, recuperación del entorno...).


Cada cual puede colaborar en la medida de sus posibilidades, ya sea aportando 50 céntimos o 50€, difundiendo el reto a través de las redes, aportando ideas o recaudando fondos en su instituto, universidad, trabajo o entorno.


Cuento con todos vosotros y vosotras. Como alguien dijo, el futuro pertenece a quien cree en la belleza de sus sueños. Soñemos juntos y ¡hagámoslo posible!

domingo, 5 de febrero de 2017

Manifiesto Día Escolar de la No Violencia y la Paz

Comparto con vosotros el manifiesto que escribí para la celebración del Día de la Paz en el IES Nazarí de Salobreña.

Fue un 30 de Enero de 1948 cuando una bala quiso acallar la voz de Gandhi. Acabaron con su vida pero emergió aun con más fuerza su figura y perdura para siempre su mensaje de paz.

En estos tiempos en los que la violencia nos desgarra cada día con sus diversas manifestaciones, el terrorismo, la guerra, el trabajo infantil, la violencia machista, el acoso escolar… recordamos su figura y alzamos la voz para reivindicar la palabra, el dialogo, la educación como las únicas alternativas reales, las únicas armas legitimas frente a la violencia.

Para alcanzar la paz no bastará con discursos cargados de buenas intenciones. Es necesario reflexionar sobre nuestra responsabilidad en esta tarea. Difícilmente lograremos la paz en Siria o el Sahara si no somos capaces de alcanzarla en nuestros centros escolares, nuestras casas y nuestras calles.

Las transformaciones no provienen tan sólo de la mano de grandes líderes o acontecimientos, suceden también a través de pequeñas acciones, acciones reales y concretas que están al alcance de nuestras manos. Comencemos a construir en nosotros mismos el cambio que deseamos ver en el mundo.

Como profesores coincidimos con cientos de alumnos, compañeros, padres y madres de diferentes lugares, culturas o niveles económicos. Podemos apreciar que pese a esas diferencias superficiales todos somos básicamente iguales: tenemos deseos y anhelos semejantes. Ser valorados, ser escuchados, ser queridos. Comprender que todos a nuestra manera buscamos ser felices, dejar a un lado nuestros prejuicios y practicar una comunicación más profunda evitaría a buen seguro muchos de los conflictos existentes.

A pesar de vivir en la época de las redes sociales, estamos lejos de esa comunicación profunda. En la llamada era de la información, nuestra sociedad parece confundir emociones con emoticonos, medir la soledad por el número de “contactos” y la autoestima por los “me gusta” recibidos, mientras apenas sabemos nada del mundo interior de aquellos con los que compartimos aula durante años, de nuestros vecinos, de quienes comparten nuestro mundo e incluso de nuestras personas mas cercanas.
Hagamos un esfuerzo por ver más allá de las apariencias, pues como dice El Principito “lo esencial es invisible a los ojos”.

Dejemos de construir barreras que nos separen del diferente y tendamos puentes que nos acerquen.  Trabajemos juntos para derruir los muros del odio; para asaltar las vallas que separan la pobreza y la guerra del bienestar; para abrir las verjas de nuestros prejuicios a los que tienen una lengua, una cultura o un color de piel distinto del nuestro.

Alguien dijo que el futuro pertenece a quien cree en la belleza de sus sueños. Soñemos pues, con un instituto que sea ejemplo de tolerancia, de armonía. Soñemos una Salobreña diversa, solidaria, justa, que sirva de inspiración para un mundo mejor. Soñemos juntos y hagámoslo posible.


sábado, 19 de diciembre de 2015

Jornada de reflexión



Mañana hablarán las urnas. Hoy toca reflexionar sobre lo vivido los últimos años y lo que esperamos de este futuro incierto que se nos aproxima.
Yo ya he ejercido mi derecho al voto, por correo, y lo he hecho porque ocultarlo carente de ilusión, más por responsabilidad democrática que por confiar en que alguno de los partidos puedan llevar a la práctica un cambio en profundidad del país.
He seguido atentamente toda la pre campaña y la campaña, los eslóganes prefabricados y grandes frases repetidas una y otra vez, los baños de masas, los paseos por los mercados, las fotos con los dependientes, con los niños... a los que se ha olvidado durante cuatro años.
He visto un presidente del gobierno sin liderazgo, mediocre, escondido tras un plasma toda la legislatura, rehén de la corrupción que pudre a su partido, incapaz tan siquiera de debatir con sus oponentes.
Un gobierno sectario de ministros incapaces, centrado en las cifras macro económicas, inmisericorde a la realidad oculta tras ellas.
A pesar de ser matemático o precisamente por ello se que la estadística es la forma más exacta de contar mentiras. De decir que ha descendido el paro sin contar que cientos de miles de jóvenes y no tan jóvenes, muchos de los cuales excelentemente formados, han tenido que abandonar nuestro país para buscar ese futuro que aquí les han robado.Sin contar la precarización del empleo, los contratos de dos horas que luego se convierten en diez o la brutal reducción de salarios que ha conllevado a que por primera vez en España millones de trabajadores estén bajo el umbral de la pobreza.
Un gobierno que ha dejado absolutamente desamparados a los que se han visto más afectados por la crisis, los dependientes, los menores, los empleados de larga duración tratando como meras cifras a aquello que miran con desesperación a los ojos a sus hijos sin saber hasta cuando podrán darle tres comidas al día, aterrados por la idea de ser desahuciados o inventando una realidad mágica en la que un niño pueda aceptar que taparse con mantas es más divertido que encender la calefacción.
Quisiera compartir con vosotros este artículo de Ana I. Bernal que reflejan certeramente el desprecio que siento hacia esta élite que nos gobierna y la triste realidad que se esconde tras los datos triunfales del gobierno.
"No tenéis ni idea… porque descansáis muy bien bajo cálidas sábanas y un hogar climatizado, sabiendo que vuestro trabajo os espera al día siguiente.
No tenéis ni idea de dormir con incertidumbre. La duda de si mañana suena el teléfono, o llega un email con esa oferta, o un conocido te avisa de un empleo.
No tenéis ni idea de pasar el día con el estómago vacío, ponerte cinco pares de guantes o cruzar los pies uno sobre otro muy rápido para evitar el frío.
Vosotros, que disfrutáis de amplios menús a la carta, no tenéis ni idea de abrir una despensa y que esté casi vacía. Que tengáis que repetir comida o, peor aún, ir a pedirla. Ni idea de cómo hablar con el banco para que te elimine sus cláusulas abusivas. De preocuparse porque te corten la luz o el agua. De pensar qué te llevarías de casa si al final te desahucian. O de inventar falsas aventuras ante tus hijos para aparentar otra realidad, o excusas flojas a tus padres para que no sospechen tu ruina.
No tenéis ni idea de luchar con la angustia de si atenderán a tu madre o hijo en el hospital sin que el recorte de turno les afecte. De afrontar enfermedades con fármacos excluidos que sólo vosotros podéis pagar. No tenéis ni idea de no poder caer enfermo porque no puedes permitírtelo. Ni de retrasar controles de salud ante una racha de trabajo (aunque no dé ni para el autónomo) porque sabes que no es tiempo ni de cuidarse. O de sentir en la nuca la mirada reprobatoria de un jefe, en cuyos ojos adivinas que ante tu mínimo descuido tiene a millones detrás para tu puesto.
No tenéis ni idea de ver la indiferencia en el rostro del otro, ni de sentirse un número en la cola del paro. De pellizcarte ante el espejo para asumir que es cierto lo que estás viviendo. De pensar en el incierto futuro o en la vejez, sabiendo que no has cotizado lo suficiente. O de cavilar si, de seguir así, te llegará el dinero para pagar tus muertos, de si tendrás tumba o unas flores que te honren.
No tenéis ni idea de cuando el cuerpo se queda engarrotado porque pasas horas y horas de trabajo sin descanso, sin complementarlas con vuestras sesiones de spa y masajes inalcanzables para el resto. Ni idea de dejar de estudiar, ni de anular becas, ni estancias en centros de renombre. De cruzar los dedos por si la suerte y la supuesta igualdad de oportunidades hacen un milagro en tus esperanzas.
No tenéis ni idea de anular sueños y viajes. De ver en los escaparates lienzos y botes de pinturas que te encantaría utilizar salvo que te lo niegas, porque en ese gasto ves el pan de una semana. Ni de cuando destierras esa cultura que alimenta. Esa película. Ese libro. Esa obra de teatro.
Tampoco tenéis idea del valor de nuestro cielo, mar y montaña; nuestro único refugio para el desconsuelo. Quizás por eso sólo veis en ellos un espacio de especulación y dinero.
No tenéis ni idea de aceptar cuando te hacen trabajar gratis. De que te pisoteen, de vivir con la soga al cuello y al borde del precipicio. De hacer sumas y restas para cuadrar las cuentas. De bajar la cabeza cuando tus amigos te invitan porque tú no puedes. De saber cómo el amor salta por la ventana cuando llega la pobreza. Ni de la impotencia de no dar a tu madre lo que necesite cuando lucha y proporcionarle dignidad en la enfermedad. De estar en paro y que la muerte pise los talones. De enterrar a tus muertos mientras tu vida carece de motivaciones e ilusiones, sin poder ya desahogarte con ellos de tus angustias y preocupaciones.
No tenéis ni idea de lo que es dormir con la sensación de no estar a la altura de lo que esperaban de ti. De pensar si los tuyos han dejado de sentirse orgullosos, porque ya no eres lo de antes. Ni idea de que el corazón te trote cuando ves que te pagan por tu trabajo. Ni de la rabia que sientes justo después, cuando te ves llorando porque te pagan, porque la norma y el derecho lo convertís en excepcional.
Si ni siquiera tenéis idea de esto es imposible que sintáis dolor o remordimientos por quienes mueren en el mar, escapan de las bombas o trabajan explotados sin dignidad. De los que viajan en pateras frente a vuestros coches y aviones privados y de quienes duermen al frío, rodeados de basura y maleza, a pies de fronteras cerradas. De quienes pagan el precio a morir por sobrevivir.
Cuando digo que no tenéis ni idea, es que no tenéis ni idea de SENTIR, porque no lo padecéis. No tenéis idea de qué es sentir la humillación, el desaire, la ofensa o la vergüenza, el desprecio y el bochorno, la altivez y la arrogancia, la altanería y la soberbia. No lo sabéis. De la misma manera que yo desconozco cómo vivir con vuestro grado de codicia, ambición, rapacidad y usura."
Mañana nuestra generación, marcará una página en su historia. Tenemos la oportunidad de ser recordados como la generación que protagonizó la regeneración democrática de nuestro país, la generación sin miedo que devolvió el futuro prometido a nuestros hijos o la que permaneció indiferente ante un régimen corrupto que arrojó a la precariedad a millones de ciudadanos.
No me atrevo a pedir el voto para ningún partido, pero si a pediros que meditéis si después de depositar vuestro voto en las urnas podéis seguir defendiendo con coherencia vuestros principios.
Humildemente pero con firmeza le pido también a Pedro Sanchez, Pablo Iglesias y Alberto Garzón que una vez acabado el "teatro" de la campaña sean capaces de aparcar sus egos y estar a la altura de aquellos que depositen en ellos su confianza para salir de su desesperada situación.

Fuentes:
http://www.eldiario.es/and…/desdeelsur/idea_6_456064443.html


domingo, 16 de agosto de 2015

Obstáculos

                                                 
Hay días, en los que sin saber muy bien el por qué, no estás del mejor de los humores, no sabes dónde se escondió la mejor versión d ti. En esas ocasiones pequeños cuentos como este me ayudan a indagar en mis adentros. Comparto con vosotros "Obstáculos" de Jorge Bucay.
Voy andando por un sendero.  Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo… dudo.
Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto… Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo.
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos… Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo… y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado… descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…
Me siento abatido… Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca… No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire… De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo… cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste tú.
                                                               -FIN-
A veces me pregunto cuándo dejamos de ver la vida con los ojos del niño que fuimos y empezamos a ver obstáculos por todas partes, ¿cuándo fue la última ver que reímos a carcajadas?¿Cuándo dejamos de sorprendernos cada día?¿Cuándo dejamos de preguntarnos el por qué de las cosas y decidimos asumirlas sin más?¿Cuándo nos olvidamos de estar contentos sin buscar algún motivo para estarlo?¿En qué momento nos dio miedo coger de la mano a esa niña que nos sonreía en el parque?¿Cuándo dejamos de gritar con todas nuestras fuerzas para lograr aquello que deseamos?¿Cuándo decidimos que éramos demasiado adultos para tumbarnos a ver las estrellas?¿Cuándo decidimos que ya habíamos aprendido bastante?¿Cuándo el pasado y el futuro pasó a ocuparnos más tiempo que el presente?¿cuándo dejamos de ofendernos ante las situaciones injustas?¿cuándo dejamos de expresar nuestras emociones con naturalidad?¿cuándo olvidamos que el "camino se hace al andar" y decidimos transitar sólo por los senderos ya señalizados? 
Últimamente ronda por mi cabecita la idea de que crecer es liberarse de todas aquellas "enseñanzas" que nos encorsetan, "descreer" de todas aquellas "verdades" que asumimos como fiables en la inocencia de nuestra niñez embarcándonos en la búsqueda de nuestras verdades propias, tarea sin duda harto complicada, para pasito a paso acercarnos a quien potencialmente somos, y llegar a la vejez volviendo a ver la vida, paradójicamente, con los ojos de un niño.
Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños. 

                     Khalil Gibran


Fuentes: google imágenes, www.proverbia.net,

 http://asicomolooye.com/wp-content/uploads/2013/11/cuentos-para-pensar.pdf

                                             



viernes, 12 de junio de 2015

COMPRENDÍ

                                                 
No he encontrado jamás verdad más impactante que las reveladoras palabras de Pablo Neruda “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz  o la más amarga de tus horas”
Como si desde mi niñez estuviera esperando la llegada de ese día, desde bien pequeño no escatimé esfuerzos por cumplir con todo lo que esperaban de mí. Me aplicaba por ser un alumno excelente, leía todo lo que caía en mis manos, tenía un apetito insaciable por aprender. Quería ser un buen hijo, una buena persona, soñaba con  cambiar la vida de las personas, admiraba profundamente a Gandhi o Martin Luther King, deseaba parecerme a ellos, fundar una gran ONG, luchar contra las injusticias, ser admirado por mi familia.
Una infancia compleja, viviendo en un barrio calificado de “marginal”, en una familia muy humilde y marcada por la mala relación entre mis padres,  dejó una huella imborrable que contribuiría a hacer de mí un niño introvertido, soñador,  refugiado en la lectura y en el paraíso que para mí suponía la armonía reinante en casa de mis titos a orillas del río Genil.
Con la adolescencia llegó la perdida de la inocencia. Aparque por inabarcable la idea de cambiar el mundo, y haciendo mío el lema “piensa en global, actúa en local” decidí que había mucho que mejorar a mi alrededor. Me afilié al PSOE, durante años milité activamente, formé parte de la ejecutiva, de listas electorales, organicé actos, coordiné campañas... De nuevo soñaba con mejorar la vida de la gente, con ser un gran dirigente, y así, pasaba largas horas divagando sobre como transformar mi pueblo, mi ciudad, Andalucía o España. 
Convencido de que la educación resultaría una gran aliada en mi tarea de cambiar la sociedad, y entusiasmado con llevar a la práctica nuevas formas de entender la educación, terminé Matemáticas y me lancé con ilusión al reto de ser profesor.  Preparé con mimo las oposiciones, pasaba horas y horas elaborando los temas, mi programación, mi exposición, sin agotarme porque sentía que merecía la pena. Recuerdo la frase con que terminé mi exposición ante el tribunal: “Para mí, ser profesor no es solo una forma de ganarse la vida sino de ganar la vida de otros”
Colmado de ilusión comencé mi camino como profe. Cada alumno se convertía en un reto para mí, entusiasta de la consigna”Dime y lo olvido,  enséñame y lo  recuerdo, involúcrame y lo aprendo”  me afanaba por conectar con ellos,  persuadirles de la importancia de la educación para su futuro, de que estar bien formados era el mejor camino al éxito (por aquel entonces no existía Hombres, mujeres y viceversa). Vivía con extremada decepción cada suspenso, me dolía cada expulsión, y cada abandono se tornaba en un fracaso personal.
No solo ambicionaba mejorar la realidad política, no me bastaba con dirigir los pasos a mis alumnos,  quería cambiar a mi familia, que dejaran de dar voces, que redujeran el consumo de luz y agua, que reciclaran, que compartieran mis ideas políticas. Pretendía cambiar a mi hermano, que estudiara, que leyera, que “refinara” sus gustos musicales…Anhelaba que mi relación fuera perfecta, que todo se ajustará a unos ideales que para mi eran los más bellos y justos del mundo.
Deseaba viajar por todo el mundo,  conocer todas las culturas posibles, todas las gastronomías y me asfixiaba si estaba un mes seguido en casa.
Jamás lograba estar satisfecho del todo, excesivo en mis exigencias con todo el mundo y sobretodo implacable conmigo mismo. Como es lógico, el resto de los mortales no aceptaban siempre de buena gana adaptarse a mi visión del mundo ideal. Discutía con mis padres, con mi hermano, con mi pareja, me desencantaba con la política… acumulaba por igual éxitos personales y frustraciones. Después de grandes euforias, llegaban enormes vacíos.
No fue lo mío un cambio radical de vida provocado por un gran shock, sino más bien una evolución gradual, un encaje de piezas paulatino, un cúmulo de experiencias, lecturas, vivencias.
Paso a paso, dejé de luchar contra el mundo y decidí lanzarme a la ardua tarea de ser yo el cambio que deseaba ver en los demás.
Comencé a abandonar viejos prejuicios, a cuestionar todas y cada una de aquellas ideas que como dogmas irrefutables asimilamos desde nuestra infancia. Descarté que tener un brillante expediente, o una posición de prestigio tuviera necesariamente una importancia significativa en la grandeza que pueda alcanzar una persona.
Comprendí que un número no siempre es fiel reflejo del esfuerzo o la valía de un alumno, que “un excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender”. Dejaron de preocuparme en demasía las calificaciones de mi hermano, pues lo que siempre me importó fue verlo feliz, y de eso Andrea se encargaba mejor que yo.
 Traté de no juzgar a las personas por las primeras impresiones, de abandonar aquellas rencillas enquistadas de las que ya no recordaba los motivos que las provocaron.  Aprendí que olvidar es muy sano y reparador y tras mucho buscar, encontré en mí mismo a la persona que debía hacerme feliz el resto de mi vida.
Dejé de tener miedo a los silencios incómodos, entendí que a veces la soledad es la mejor compañía y que la amistad verdadera perdura incluso en la distancia.
Aprendí  a trabajar en función de mis necesidades y no a hacer del trabajo una necesidad.
 Dejé de defender mis ideas como si de dogmas incuestionables se trataran,  abandoné el seguidismo ciego a unas siglas, a un líder o a una bandera para poder ser fiel a mis principios. Dejaron de tener significado para mí palabras grandilocuentes como nación o patriotismo, desistí de repetir lemas diseñados por otros, renuncié a buscar el aplauso de los demás para buscar mi propia aprobación. Así hoy me permito sin complejos ser matemático, practicar Yoga, invertir en bolsa, leer a García Márquez, a Neruda o al Dalai Lama, ser ateo, feminista,  practicar meditación o escribir un blog.
Aprendí a aprender, como les gusta decir a los pedagogos, de la belleza de los valores de ángeles de 16 años como Mari Jose o Inma, de la sabiduría sencilla y humilde de mi tita María, de “tipos duros” como Ricardo o Jose Miguel, de grandes mujeres como Lola, o de “pequeños” hombres como Txiqui.
Raras vez me he visto tan diestramente reflejado como en el epitafio que reza en la tumba de un obispo anglicano:

“Cuando era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo. Cuando me hice más viejo y sabio, descubrí que el mundo no cambiaría. Entonces restringí mis ambiciones, y resolví cambiar a mi país. Pero el país también me parecía inmutable. En el ocaso de mi vida, en una última tentativa, quise cambiar a mi familia, pero ellos no se interesaron en absoluto. En mi lecho de muerte, por fin, descubrí que si hubiera empezado por corregir mis errores y cambiarme a mí mismo, mi ejemplo podría haber transformado a mi familia. El ejemplo de mi familia tal vez contagiara a la vecindad, y así yo habría sido capaz de mejorar mi barrio, mi ciudad, el país y ¿quién sabe? cambiar el mundo”

sábado, 16 de mayo de 2015

VIDAS GRISES

                                          
Aquel parecía ser un día mas en la vida de aquella humilde flor. Nadie se paraba a observarla, nadie a disfrutar de su perfume.
Durante los últimos años, las personas habían dejado de interesarse por los pequeños detalles que los rodeaban, nadie se detenía ya ante un jardín lleno de flores, no se disfrutaba del aroma de un café recien hecho, nadie se recreaba en los sabores de una jugosa fruta, nadie se quedaba prendado del color de los ojos de su amada. Todos parecían estar demasiado ocupados con sus estresantes vidas como para perder su tiempo en insignificancias como aquellas.
Empezó a suceder entonces algo insólito, la naturaleza empezó a apagarse, a volverse gris, profundamente triste por el desinterés que el ser humano mostraba por ella.
Una a una, todas las flores languidecían perdiendo sus vivos colores y sus embriagadoras fragancias. Las frutas, verduras y demás alimentos perdieron igualmente sus olores, colores y sabores, hartos de que nadie se detuviera a paladearlos, elogiara su dulzura, su textura,  su riqueza de matices.
Pero aquel 14 abril todo fue diferente. Pablo abandonó con desgana su piso para cumplir con las obligaciones rutinarias de otro monótono día. Hacía meses que había renunciado a comentar con sus allegados las extrañas sensaciones que percibía, la inquietante zozobra que experimentaba al pasear últimamente por las calles. ¿Acaso nadie se percataba de ese tono tenue, mortecino que parecía inundarlo todo?
Sumido en estos pensamientos andaba Pablo, cabizbajo, cuando una extraordinaria visión cautivó su atención. ¿Qué era aquel singular destello que parecía irradiar aquella flor? Pablo nunca había visto nada semejante, pero aún más impactante fue lo que ocurrió al acercarse a la flor para observarla.
Una asombrosa sensación de armonía, de bienestar, le embargó por completo. Surgieron en su mente extrañas imágenes, olvidadados recuerdos de su infancia paseando con su abuela por un campo repleto de flores de inconcebibles tonos imposibles de describir con palabras. Algunos eran cálidos como el sol de la mañana, otros intensos como el primer beso, otros suaves como una caricia. Le invadió una extraña melancolía y las lágrimas afloraron a su rostro.
De repente comenzó a gritar llamando la atención a los transeúntes, exhortándolos con palabras atropelladas para que admiraran aquel prodigio.
La gente lo miraba con extrañeza, allí no había mas que una insignificante flor y un pobre desgraciado vociferendo disparates. Pablo dejó de gritar, comprendiendo que por alguna extraña razón los demás no compartían su visión de aquella magnifica flor. Se sentó en un banco cercano para serenar su estado de ánimo y considerar si acaso era su percepción la que le jugaba una mala pasada. Cerraba los ojos, y volvía a mirar hacia aquella flor esperando se deshiciera ese sortilegio que nublaba su razón. Sin embargo, la flor parecía brillar más y más como si se supiera observada y se esforzara por atraer su atención.
Así transcurrió toda la mañana, olvidándose por completo de acudir a su trabajo. Sólo una aguda sensación de hambre apartó a Pablo de sus cavilaciones y le hizo ser consciente de que llevaba horas ensimismado.
¿Qué debía hacer? ¿Marcharse a casa dejando abandonada a la flor?¿Qué ocurriría si al día siguiente no estaba allí?¿Si nunca volvía a sentir aquellas excepcionales sensaciones que la flor había despertado en él?
Volvía pesaroso a casa, prometiéndose a si mísmo acudir a primera hora de la mañana a contemplar aquella flor, cuando su corazón pareció detenerse. Boquiabierto, se quedó cautivado por los ojos de aquella joven, diferentes a todos los que jamás hubiera visto.
María vió a aquel joven mirándola como si hubiera visto a un fantasma. Seguramente, era otro imbécil que quería burlarse de ella, de “la loca del parque”como había escuchado que se referían a ella.
¡No estoy loca, malditos idiotas! -gritó con toda su alma. ¡Sois todos vosotros, lunáticos alienados los que estáis muertos en vida, los que habéis aniquilado vuestros sentidos! -estalló, entre sollozos.
Pablo, sobrecogido, trató de explicarle que no pretendía reírse de ella, que habían sido sus ojos los que atrayeron su atención. Le habló aceleredamente de la inquietud que llevaba meses consumiéndolo, de aquella inusual flor y las extrañas sensaciones que lo invadieron.
María dejó de sollozar, y sus ojos adquirieron un brillo fulgurante. Quería saberlo todo sobre esa flor, sobre esas sensaciones, tenía que verla inmediatamente.
Juntos se encaminaron hacia el lugar donde Pablo había permanecido horas absorto. María le hablaba de conceptos extraños para él, de aromas, colores, esencias, perfumes, sabores y otras sorprendentes ideas que había leído en un olvidado diario de su abuela.
Allí estaba, conmevedora como horas antes aquella sencilla flor que había conseguido trastocar su vida. María la contemplaba, emocionada, vertiendo sobre ella sus emocionadas lágrimas, impregnándose de su fascinane fragancia.
María le convenció para que trasplantaran la flor a una maceta para así poder cuidarla en casa, le habló de la necesidad de regarla y de otras extravagantes ideas como la conveniencia de mimarla con música.
Pasaban horas y horas junto a la flor, leyendo el diario de la abuela de María, rescatando para sí aquellas palabras olvidadas, esencia, ároma, dulzura o color. De forma natural María acabó por trasladarse a casa de Pablo ya que de todos modos pasaba allí la práctica totalidad del tiempo. Cada día dedicaban menos tiempo a comer o dormir y más y más horas a conversar, leer y admirar  su singular tesoro.
Los rumores recorrían el barrio de Pablo, en todos los corrillos se departía sobre los chiflados del bloque. Algunos vecinos y conocidos de Pablo culpaban a aquella chica, que todos creían loca, de haber embelesado al pobre chico. Unos cuantos decidieron ir al piso para tratar de hablar con Pablo y alejarlo de aquella perturbada.
Llamaron una y otra vez a la puerta y no recibieron ninguna respuesta por lo que unos por sincera preocupación y otros por simple morbo decidieron llamar a la policía.
Al entrar todo estaba en silencio, cogidos por la mano junto a una flor marchita, yacían los cuerpos de Pablo y María. Por unos instantes, algunos de los presentes sintieron un escalofrío al mirar a los ojos de los jóvenes. ¿Qué era aquel destello que brillaba en ellos? Presos del pánico, algunos desviaron la mirada incrédulos, sin atreverse a comentar nada, aterrados por la abrumadora verdad que de forma implacable les golpeaba, estremecidos ante la conmovedora belleza de la escena.
Alguien, quizás el que más miedo sentía, comentó con voz temblorosa
Pobres idiotas, que forma mas absurda de morir.
Poco a poco, todos fueron recuperando la calma y apartando de sus pensamientos a aquellos incautos. Todo volvía a ser como siempre había sido y como siempre debía ser, gris, como sus vidas grises.


Para todos aquellos seres especiales que llenan de color mi vida.

lunes, 4 de mayo de 2015

¿Buena suerte o mala suerte?

Comparto con vosotros un bonito relato zen, espero que os guste.

Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tú eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.

A veces,aquello que parece un contratiempo a primera vista puede convertirse en una oportunidad y por contra algo que parece beneficioso puede acabar dañándote.
Dedicado a todos mis geniales alumnos/as. No dejéis que los pequeños contratiempos o las críticas de los demás os detengan o cambien vuestro rumbo, no os deleitéis en exceso en vuestros éxitos ni seáis autocomplacientes cuando todos os alaben.  

"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas"
Pablo Neruda


viernes, 17 de abril de 2015

¿Generación sin miedo?





Una semana más sigue saliendo a la luz parte de la podredumbre de nuestra élite dirigente. Rodrigo Rato, ex vicepresidente estrella del gobierno del “España va bien”, ex presidente de Caja Madrid, ex director del Fondo Monetario Internacional, amiguito del alma de Aznar acusado de fraude y blanqueo de capitales.  A estas alturas, poco puede sorprenderme cualquier caso de corrupción que afecte a nuestras élites dirigentes . Lo que realmente me indigna es el paripé montado por Hacienda y el gobierno para hacer ver que la justicia es igual para todos. Primero se diseña una ley de amnistía fiscal(2012) a medida de los dirigentes políticos, empresarios y demás gentuza de este país, después esperan a que pasen varios años para que destruyan pruebas, hagan viajitos a Suiza, liquiden sociedades y los delitos prescriban.  A continuación, se filtra que se está investigando a Rato y otros 704 amiguetes, y se monta un circo mediático con un registro retransmitido en todos los medios volcando datos de ordenadores que llevarán meses borrados. Por último, se repite hasta la saciedad que esto es un asunto particular, que no afecta al PP, que se sienten decepcionados, que esto demuestra que la justicia funciona…y huida hacia delante hasta que el siguiente escándalo deje en el olvido este.
“Señores” ministros de Hacienda y Justicia, “señores” políticos dejen de reírse en nuestra cara.  Me repugna ver sus sonrisas de creída superioridad, siento un profundo asco al escuchar las grabaciones en que se pavonean de las comisiones cobradas, de los maletines recibidos, de las cuentas con el Rey, maletines a Rato, Aznar o González, comisiones a los Puyol, de los “Aguanta, se fuerte”, los sobresueldos, los clubs nocturnos, los coches y relojes de lujo, los viajes a Canarias y entre risas desangran el país sintiéndose impunes, fuera de la ley, merecedores de una vida mejor que el resto de los mortales. Común de los mortales que a ellos les resultan insignificantes, despreciables, meros datos estadísticos, “invisibles en el alambre” como titula Isaac Rosa(@_isaacrosa) su sobrecogedor artículo. (http://www.eldiario.es/zonacritica/invisibles_de_hortaleza_6_378022203.html )
Es relativamente comprensible en la casta dirigente del PP, si se tiene en cuenta que son los herederos políticos de la dictadura franquista. Durante 40 años sus “mentores” se han enriquecido expropiando patrimonios ajenos, con un régimen corrupto e ilegítimo como forma de gobierno, con la impunidad que da fusilar y arrojar como perros a las cunetas a los que alzaran la voz.
Por eso no es de extrañar que muchas sagas familiares sigan considerándose intocables, en un país en que los jueces que se atreven a investigarlos (Véase Baltasar Garzón o Elpidio Silva) acaban inhabilitados, no sorprende que todos los tesoreros del PP hayan estado imputados, que sus dirigentes se enriquezcan con sobresueldos y comisiones mientras millones de sus propios votantes viven en la total precariedad.
Personalmente, me causa un mayor estupor los casos de corrupción en el PSOE, en IU ó en sindicatos, organizaciones fundadas para la defensa del ciudadano frente a la oligarquía, con tantos años de historia y lucha a sus espaldas, rabia aún mayor sintiéndome como me siento socialista y habiendo militado activamente en el PSOE.  Me entristece escuchar a Pablo Iglesias restar importancia a la ideología, pero he de reconocer que la situación de nuestro país refleja en mayor medida un conflicto generacional y de clases que ideológico.
Esta élite que nos gobierna está tan inflada de sí misma, tan convencidos de su impunidad y nos consideran tan sumamente imbéciles, que además se permiten discursos de servidores públicos, de salva patrias, de garantes de la democracia o amenazar con bravuconadas del tipo “Si cae una rama,  caerá todo el árbol”. Y lo dramáticamente triste es que les funciona, que escándalo tras escándalo salen airosos, con tribunales nombrados a dedo por ellos, con eslóganes repetidos tenazmente, hablando de datos macro, primas de riesgo y PIB, vendiendo como recuperación pasar de la cola del paro a trabajar 10 horas diarias por 500€ al mes, repartiendo migajas en forma de rebajas de impuestos o medidas puramente electoralistas.                                                             
¿Somos realmente tan sumamente imbéciles los ciudadanos? Me gustaría pensar que no.
Quizá lo único positivo de esta crisis sea el despertar de conciencias críticas que yacían adormecidas entre promesas de pleno empleo, abotargadas por el cemento, los ladrillos y las vacaciones en Benidorm. En los últimos años han surgido movimientos como el 15M, y las encuestas sitúan paradójicamente una y otra vez a la clase política como uno de los mayores problemas del país. Pero el creciente descontento ciudadano y el desapego de los jóvenes de la política lejos de llevar a una regeneración llevaron a una mayoría absoluta del PP.
No basta con no acudir a votar, puesto que la abstención no llevará a regeneración alguna. No basta con cambiar el voto al PP o  PSOE por C’S o Podemos. Seamos realistas, PSOE y PP seguirán gobernando cientos de ayuntamientos, comunidades, diputaciones y posiblemente el país, seguirá gestionando miles de millones de euros en contratos públicos, adjudicaciones de obras, etc. Por tanto, es necesaria una regeneración desde dentro de estos partidos y ser igual de exigentes con C’S, Podemos y el resto de fuerzas políticas. Es el momento de que los militantes de base acudan en masa a las sedes a exigir a sus dirigentes que actúen con firmeza, a dejarles claro que se acabó el tiempo de las palabras,  que se acabó la fiesta,  que se terminó el seguidismo ciego a unas siglas o un líder mesiánico, que no van a repetir más consignas prefabricadas para defender a una élite dirigente que les trata como a imbéciles, de decirle a Susana Diaz que el PSOE Andaluz no es ella ni Gaspar Zarrías, Chaves o Griñan, que aquellos que llevan 30 años viviendo de la política deben dar un definitivo paso atrás, de decirle a Felipe González que dejó de representar al socialismo el día que se vendió al Ibex 35, a Pablo Iglesias o Monedero que ellos no tienen la patente de la regeneración, que el cambio será un cambio en la forma de entender la política por parte de la ciudadanía o no será cambio. Es el momento de exigir hechos y no solo bonitos discursos, de políticos capaces de presentar una moción de censura ya sea en Extremadura(y que IU demuestre si prefiere sostener a los que viajan a Canarias a costa del contribuyente y recortan el estado del bienestar o a la clase humilde que dice defender), en un pequeño ayuntamiento o en España. Quiero pensar que se contarán por miles los militantes del PP  abochornados por sus dirigentes, este también es su momento.
Pedro Sánchez, Albert Rivera, Alberto Garzón y Pablo Iglesias, adalides de la regeneración, camino se hace al andar. Reúnanse urgentemente, rompan relaciones con el PP mientras el clan de corruptos que nos gobiernan no presente su dimisión, y convoquen a sus militantes y a la sociedad civil a manifestarse en una marcha conjunta por una CLASE POLÍTICA DIGNA. Ustedes tienen capacidad de convocatoria, demuestren de una vez por todas si su enarbolada bandera de la regeneración es algo más que palabras, algo más que una foto para los medios o un discurso populista, si son dignos de la más mínima confianza por nuestra parte.

 La generación de nuestros padres y abuelos pasarán a la historia como aquella que se sacrificó por nuestra libertad. Nuestra generación, capaz de concentrar millones de ciudadanos frente al televisor para ver un partido de Champions, Salvados, Sálvame o la final de Gran Hermano Vip, capaz de llenar las calles para protestar contra la guerra de Iraq o contra la barbarie del terrorismo se enfrenta a la encrucijada de ser recordada como aquella que protagonizó la regeneración democrática de nuestro país, la generación sin miedo o la que permaneció indiferente ante un régimen corrupto que arrojó a la precariedad a millones de ciudadanos.